sábado, 10 de noviembre de 2012


Recomendaciones nacionales e internacionales de ingesta de omega-3 en los diferentes periodos de la vida de la mujer

Los ácidos grasos omega-3 son necesarios para la concepción, durante el embarazo, la infancia e indudablemente en todas las etapas de vida. Hay dos periodos críticos para la adquisición de los ácidos grasos esenciales omega-3: durante el desarrollo fetal, y después de nacer, hasta que el desarrollo bioquímico en el cerebro y la retina se ha completado.

EMBARAZO

Los ácidos grasos esenciales linoleico y alfa-linolénico, así como sus derivados de cadena larga, ácido araquidónico (AA) y docosahexaenoico (DHA) deben ser aportados desde la circulación materna a través de la placenta para la formación de triacilglicéridos y fosfolípidos. La madre recibe los ácidos grasos esenciales de la dieta, y el feto a su vez, los recibe de la madre. Debido a ello, la buena alimentación de la madre es fundamental para garantizar un correcto aporte de todos los nutrientes que el feto requiere. Este es el caso del DHA, cuya investigación es de gran relevancia hoy en día.
Los ácidos grasos libres, entre otras funciones, son utilizados para el desarrollo del cerebro. Sobre el último trimestre del embarazo hay un 35% de incremento en el nivel de DHA de la retina, y es probable que los niños nacidos a pretérmino sean más susceptibles en cualquier reducción de la disponibilidad de DHA.
Durante la gestación, la mujer embarazada debería ingerir diariamente al menos 200 mg de DHA.

LACTANCIA MATERNA

La cantidad de lípidos en la leche humana es de alrededor de 35-45 g/l. El 2% corresponde al colesterol, ésteres de colesterol y fosfolípidos. Existen más ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga como el ácido araquidónico (AA) y el DHA en la leche materna que en la leche de vaca. El contenido de DHA en la leche humana oscila alrededor de 30 mg por cada 100 g, mientras que en la leche de otros mamíferos, particularmente en la de vaca, oveja o cabra, el DHA es casi inapreciable.
La concentración de lípidos en la leche materna está asociada al tipo de lípidos ingeridos por la madre y a la conformación de los lípidos en sus reservas en el tejido adiposo. Cuando la dieta es pobre y las reservas son escasas, como sucede en mujeres con alimentación deficiente, la cantidad de lípidos que contiene la leche materna disminuye.
Diversos estudios muestran que, al suplementar a mujeres lactantes con dosis farmacológicas de DHA, los niveles de DHA en su leche aumentaron correlaccionadamente. Algunos grupos de trabajo aconsejan suministrar un suplemente de ácidos grasos piliinsaturados de cadena larga omega-3 durante el embarazo, la lactancia y las primeras etapas del desarrollo infantil.
Durante la lactancia, la madre debería ingerir diariamente al menos 200 mg de DHA.

MENOPAUSIA

Aunque no se dispone de suficiente evidencia científica, diversos estudios realizados muestran cómo la suplementación con DHA y ácido eicosapentaenoico (EPA) podría mejorar los síntomas depresivos y disminuir la frecuencia de sofocos en mujeres menopaúsicas.

Ingestas adecuadas de ácidos grasos omega-3 según edad y sexo

Edad Ingesta adecuada (g/dia)
0-12 meses 0,5
1-3 años 0,7
4-8 años 0,9
9-13 años 1 (chicas) y 1,2 (chicos)
>14 años 1,1 (mujeres) y 1,6 (hombres)
Embarazo 1,4
Lactancia 1,3

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